Justo cuando el diálogo termina, los ojos del empresario estadounidense Gerard “Jerry” Inzerillo se pierden entre las páginas de un libro que retrata al Teatro Colón de Buenos Aires. Le ha gustado el Colón, le ha gustado el Malba y otros puntos de la cartografía cultural porteña. Pero Inzerillo no está aquí para hacer turismo sino para establecer lazos: el príncipe heredero de Arabia Saudita tiene el objetivo de construir un polo urbanístico con eje en las artes y el conocimiento. Este hombre cordial y locuaz es su baqueano en esa tarea.
Estaba de viaje en Brasil y decidió que era una buena ocasión para hacer un desvío a la Argentina. Con ayuda experta, logró que esos dos días rindieran sus frutos: dialogó con referentes de primer nivel del ámbito cultural y patrimonial porteño y nacional (Eduardo Costantini, entre otros) y dejó sembrados los lineamientos de futuros proyectos. “Son todos profesionales y artistas realmente maravillosos y aprendí mucho de ellos. Fue extraordinario porque en menos de 40 horas recibí algo así como una inyección de vitaminas argentinas”, dice a Clarín Cultura y hace el gesto de aplicarse una vacuna. Está radiante, entusiasmado. Su Virgilio ha sido la ex Directora de Monumentos Teresa Anchorena
Inzerillo nació en 1954 en Nueva York y su nombre es sinónimo de hotelería de primer nivel. Sus primeros pasos los dio entre las cocinas y las mesas para una empresa de catering de su ciudad y los hoteles le dieron la bienvenida. Para 1987, cuando apenas pasaba de los 40 años, ya era cofundador de Morgans Hotel Group, una empresa que dio forma al primer grupo de hoteles boutique “pop culture” de Estados Unidos. En ese momento, ya todo estaba ahí: hoteles, disfrute y cultura. Esto lo trajo hasta Buenos Aires.
Hace medio siglo que Inzerillo circula en el universo de la alta hotelería. Su carrera comenzó en el Hilton, cadena para la que trabajó en distintos puestos tanto en Estados Unidos y Europa como en Oriente Medio. En 2004, pasó a Four Seasons Hotels and Resorts como presidente de la región de Oriente Medio y África. En 2010, fue nombrado consejero delegado del Grupo Diriyah Gate Development Authority, y ahora también de Diriyah Company. La lista es mucho más larga, pero esos ejes explican su visita express.
“La Argentina siempre ha sido valiente y refinada”, dice ahora, en una sala del primer piso del Faena Hotel. Y atribuye esas características a la capacidad, a lo largo de su historia, de integrar distintas influencias y saberes de todo el mundo en una matriz propia. “Es por eso que la Argentina es diferente al resto de América Latina”, agrega y concluye: “Cuando Dios hizo este país, estaba de buen humor”.
Al frente de un megaproyecto
En 2017, Inzerillo fue nombrado consejero delegado del Grupo Diriyah Gate Development Authority, un megaproyecto de desarrollo que invertirá más de 63.000 millones de dólares para urbanizar las afueras de Riad, la capital de Arabia Saudita (la mayor economía de Oriente Medio, con 35 millones de habitantes).
El desarrollo marcado por la modernidad tiene un corazón antiguo: At-Turaif, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y hogar ancestral de ese estado, marca el latir de ese enorme emprendimiento que mira hacia el pasado y el futuro. En las inmediaciones de ese espacio se están desarrollando más de 28 nuevos hoteles, restaurantes y espacios culturales. Entre éstos, se incluyen seis museos.
Se estima que cuando esté finalizado (hacia 2030 se calcula), el desarrollo sumará 27.000 millones de riyales sauditas al PIB del país, atraerá a 150 millones de turistas y dará empleo a más de 3 millones de personas.
El principal objetivo de este empeño es mejorar la imagen internacional del país. Inzerillo resalta los cambios que Arabia Saudita está realizando y en ellos se enmarca el esfuerzo de occidentalización de la vida urbana, en la que el consumo de cultura se traduce en vitalidad y modernización. De hecho, sigue vigente la presencia en Ryad de un capítulo de Bienalsur, organizada por la Universidad Tres de Febrero, en dos ediciones consecutivas.
Por otra parte, se trata del mismo formato que adoptaron con éxito los Emiratos Árabes Unidos, que en apenas una década han orquestado una Bienal internacional, una Feria del Libro y la licencia del Museo del Louvre dentro de una obra arquitectónica de autor.
La idea de Inzerillo, entonces, es entender cómo funcionan esas instituciones culturales argentinas, cómo se gestiona ese patrimonio cultural que admira y cómo se forman cuadros humanos sofisticados: “¿Cómo se gestionan?”, dirá dos o tres veces para volver al punto que le interesa.
Sobre los lazos culturales entre la Argentina y Oriente Medio, el empresario dice que esos vínculos existen. “Son varios aspectos, pero dos son muy importantes: el primero es que esta nación ha sido un crisol de razas, que acepta a todo el mundo y eso se ve en su riqueza cultural desde los artistas y bailarines hasta los chefs o el diseño de moda. Además, es un país con libertad de expresión y nos gusta esa mentalidad que considera que todos somos iguales. Queremos traducir eso en una inclusividad para una Arabia Saudita en crecimiento. Por otra parte, admiramos claramente el coraje de los argentinos para ser creativos y experimentar. Admiramos esto y nos gustaría aprender de ello”, explica.
Le hubiera gustado caminar más la ciudad porque aprecia la arquitectura y el urbanismo de Buenos Aires, pero 40 horas y una decena de reuniones no se lo permitieron. Ha visitado el CCK y pidió las referencias de los arquitectos encargados del proyecto. También se sorprendió por la existencia de un “banco de artistas” durante la entrevista con autoridades del Fondo Nacional de las Artes.
Y aunque dice que no puede anticipar demasiado sobre el contenido de esas reuniones, explica que “la Argentina es espectacular y podría ayudarnos en el aspecto cultural e incluso en otras áreas como la agricultura”.
De sus reuniones se lleva contactos con empresas, incluso alguna de ellas ya tiene un proyecto que implicaría una inversión de alrededor de mil millones de dólares. Sobre esto informará a las autoridades sauditas a su regreso. Pretende en los próximos dos o tres años “estrechar la ya sólida relación diplomática y crear puestos de trabajo en ambos países como resultado del comercio mutuo”.