En Caracas reina el “por las dudas”. Después de dos días con masivas movilizaciones opositoras, ambas reprimidas con dureza por el régimen chavista y con 16 muertos -según datos de la oposición-, Nicolás Maduro intenta controlar la calle y dar sensación de cotidianeidad. Llenó de policías y militares los alrededores del Palacio de Miraflores y envió patrullas a los barrios para sofocar protestas.
Pero el clima de tensión persiste en la capital a la espera de nuevas marchas: a la mañana no hay transporte para movilizarse, los locales cierran más temprano, muchos empleados son dispensados antes de finalizar la jornada y las familias vacían las góndolas de los supermercados para llenar sus despensas.
“Están jugando al juego de que la gente se canse, se rinda y vaya a trabajar como siempre para ganarse el pan. Pasó en 2017, 2014 y antes”. El diagnóstico lo da Alesandra (35) después de hacer sus compras temprano en el distinguido barrio de Palos Grandes. En una economía destruida, con un salario mínimo de 3,5 dólares, con un agua mineral en ese mismo precio, sin movimiento no hay changas y llegar a fin de mes se hace imposible.
Keyla (32) va a hacer las compras al mediodía porque remarca que los comercios están cerrando más temprano por miedo a protestas y represión. “Hay que comprar varias cosas por si llegan a faltar”, completa.
En una recorrida de Clarín este miércoles, había más patrullaje que durante la última semana. Camionetas camufladas, de a dos, con efectivos armados, y también alguna persona de civil con remera roja. Así se identifican “los colectivos”, fieles seguidores del chavismo, acusados por la disidencia de amedrentar a la población.
“Aquí son pocos, en Miraflores está militarizado y no se puede entrar prácticamente”, señala un motociclista que surca las avenidas caraqueñas vestido de violeta, como se identifican muchos mototaxis.
El chavismo busca controlar las calles después de dos días de protestas iniciados el lunes, cuando Maduro recibió en un trámite exprés, y sin mostrar las actas de votación, el diploma de su reelección a manos del cuestionado Consejo Nacional Electoral (CNE).
Ese organismo electoral, en una decisión que generó el rechazo en la mayoría de los países de la región, dijo que Maduro había obtenido el 51,2% de los sufragios contra el 44,2% de su rival, el opositor Edmundo González Urrutia. En un repudio a lo que consideraron un fraude, miles de venezolanos salieron a las calles al día siguiente. La movilización fue especialmente notoria y sugestiva en el Petare, el barrio humilde más grande de Venezuela y un bastión histórico del chavismo. A los habitantes de esa zona se sumaron más tarde los del Chacao, uno de los típicos municipios de clase media de Caracas.
Este miércoles, la oposición no llamó a marchar. Pero María Corina Machado defendió a sus “comanditos”, como los llama. “Son expresión genuina de la organización y activación comunitaria. Les pido que se mantengan activos, que ayuden en la movilización de la gente de manera cívica y ordenada, que se protejan y protejan a otros de la represión. Para las próximas movilizaciones, tienen que estar, como siempre, en la primera línea”, aseguró la líder opositora.
Desde el domingo a la noche, cuando toda Venezuela se sorprendió con la victoria de Maduro pese a los sondeos que vaticinaban un holgado triunfo opositor, los caraqueños pasaron por varios estadios después de lo que la disidencia llama “un histórico fraude” electoral.
Este miércoles, como lo observó Clarín en las principales calles del centro de Caracas, la policía y los militares volvieron a sembrar el miedo en la población. Grupos de motocicletas, con uniformados blandiendo pistolas, recorrieron distintos barrios de Caracas. El martes, durante una masiva marcha opositora, varios oficiales dispararon balas de goma contra los transeúntes, en un intento de sembrar el pánico y sofocar la masividad de las protestas.
El temor está fundado en la historia misma de las recientes rebeliones populares de Venezuela. En las represiones de 2014 y 2017 hubo muertos. Ahora también, en el interior del país.
“Venezuela a esta hora está en paz”, sostuvo Maduro a las 16, en una de las varias cadenas nacionales. También aseguró haber detenido a cientos de “comanditos”, los militantes de base de la oposición. Los acusa de haber generado desmanes en toda Venezuela.
Pero enseguida María Corina Machado, la líder de la disidencia, aseguró que la represión ya contaba con al menos 16 muertos en distintas zonas del país en dos días de manifestaciones.