Margarita García Robayo: «Romantizamos lo grotesco»
Los cuentos de la escritora colombiana radicada en Buenos Aires Margarita García Robayo, ilustrados por Power Paola y publicados en Alegría (Página de Espuma), transcurren en el paisaje rural colombiano, selvático y húmedo, en una finca llamada como el título del libro, en la que sus personajes sostienen sus vidas como pueden.
El entorno, localizado en su Colombia natal, no es marco sino protagonista. La escritora se detiene en esa exhuberancia para dotarlo de caracter. Incluso de un caracter dicotómico e inquietante: «Esa geografía es esencial en la construcción de esta historia», dirá en esta entrevista. Y luego agregará: «Tiene la ambivalencia de resultar tenebrosa y seductora».
García Robayo dialogó con Clarín Cultura sobre esta obra, pero también sobre la actualidad de la literatura latinoamericana, el feminismo, las luchas de los pueblos y de cómo fue trabajar con la artista plástica, historietista e ilustradora ecuatoriana para componer una pieza a cuatro manos.
–¿Cómo nació la idea de escribir este libro?
–Era un texto que tenía en una carpeta a medio terminar, porque se me había alargado demasiado. Estaba en ese lugar incierto de los textos que han dejado de ser cuentos en el sentido estricto, pero que tampoco quieren adentrarse en el terreno de una novela. Y un día el editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor, me preguntó si no tenía algo para su colección de cuentos ilustrados, que yo conocía muy bien y me parecía bellísima y original. De hecho, hacía años había presentado un de los primeros textos ilustrados en salir, que fue un cuento de Mariana Enríquez. Así que me acordé de este texto y se lo mandé y a él le gusto y el resto fue un rápido, placentero y eficiente ida y vuelta.
–¿En qué paisajes está inmerso?
–En Colombia, por supuesto. En un pueblo de la Costa Caribe en el que una de las protagonistas tiene una finca llamada Alegría. El paisaje rural en Colombia se caracteriza por ser muy espeso y selvático. Esa geografía es esencial en la construcción de esta historia, casi que es un personaje más. Además tiene la ambivalencia de resultar tenebrosa y seductora. En un país como Colombia la selva significa, entre muchas otras cosas, un territorio en el que es posible vivir bajo reglas distintas a las que te impone la “civilización”.
–¿Por qué creés que las leyendas y los mitos populares siguen tan vivos en América Latina?
–Porque necesitamos de ellas para transitar las realidades trágicas que nos acechan. Es preferible hablar de fantasmas que de masacres. Es preferible pintar estrellitas de neón en la carretera por cada persona atropellada, que iluminar las rutas o señalizar adecuadamente o, cuando menos, asumir que muchos de esos muertos vienen de otro lado. Romantizamos lo grotesco. Las leyendas son modos de paliar el horror. La literatura también. El realismo mágico, sin ir más lejos, más que un movimiento literario, es la forma en que una sociedad elige lidiar con las cosas tristes, injustas, que le pasan a diario. A lo mejor una mujer que se eleva entre las sábanas colgadas en el patio, como un ángel, es la representación de una mujer que se ahorcó con esas mismas sábanas recién lavadas. Pero queda más lindo que vuele. En otros lugares le llamarían simple y llana negación. No lo digo como una crítica, al contrario, creo que nuestra literatura ha encontrado formas muy elevadas de lidiar con el horror.
–¿Qué te gusta de lo que están haciendo las autoras latinoamericanas?
–Me gusta mucho la diversidad de estilos. Aunque hay una tendencia, quizá más comercial, a encorsetarlas en un movimiento específico, creo que lo más interesante que sucede es el despliegue de singularidades. Es verdad que en cuanto a tópicos, están más en primer plano las violencias de género y, quizá, nuevas formas de abordar la maternidad (al menos en mis consumos), pero la mirada sobre estos temas son muy distintas. No soy tan amante del género del terror convencional, por ejemplo, pero en cambio me maravilla cuando el género se convierte en una excusa para embutirlo de contenido particular, de contenido sensible, no genérico y esperable. Me interesan las capas de significado que se trabajan en un texto, y hay autoras que se valen del género para usarlo como un envase de singularidades: Mariana Enríquez es un buen ejemplo visible. Cuando eso sucede creo que hay un aporte y me parece muy interesante. También me gusta mucho el trabajo alrededor del ensayo personal y la poesía, géneros que permiten un trabajo muy sofisticado con el lenguaje y llegar a lugares de profundización a los que, muchas veces, la narrativa no llega. Lo ideal, quizá, es cuando la narrativa se permite contaminarse con estéticas que no le son propias y surgen híbridos rarísimos como perlas negras. En ese pequeño nicho destaco el trabajo de autoras como Jazmina Barrera (México) y Carolina Sanín (Colombia). Pero insisto en la diversidad, hay mucha riqueza literaria en el panorama latinoamericano contemporáneo.
–¿En qué estás trabajando ahora?
–En una novela. Y este año saldrá también un ensayo, un género que me gusta mucho trabajar. Ya salió en otros países, solo falta la Argentina. Lo editó Anagrama en su colección Nuevos Cuadernos de Anagrama, y se llama El Afuera.
–¿Cómo fue trabajar con Power Paola?
–Fue un fluir hermoso. Tuvimos conversaciones maravillosas. Venimos del mismo lugar, esa geografía nos resulta esencial y fundante. Su mirada le sumó mucho al material, lo hizo crecer, sus dibujos son un privilegio porque no cumplen el rol más típico de “ilustrar” el texto (que en el sentido contrario sería como “subtitular” una imagen) sino que le añaden capas de sentido. Quiero decir, incluso a mí misma me sorprendieron algunas cosas que ella rescató de la historia, a las que le dio preponderancia en detrimento de otras; y cuando le pregunté, por genuina curiosidad, por qué hacía ese recorte, ella me explicó cosas de mi propio cuento que ni yo misma había visto. Solo tengo flores (orquídeas colombianas, preferiblemente) para Power Paola.
Margarita García Robayo básico
- Nació en Cartagena, Colombia y es autora de las novelas La encomienda, Hasta que pase un huracán, Lo que no aprendí, Educación Sexual; de varios libros de cuentos como Cosas peores y del libro de ensayos Primera persona.
- En 2018 se publicó en inglés una compilación de cuentos y novelas bajo el título de Fish Soup, que formó parte del prestigioso listado “Books of the year” del diario The Times.
- Su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués, italiano, hebreo, turco, islandés, danés, chino, entre otros idiomas.
Alegría, de Margarita García Robayo, ilustrado por Power Paola (Página de Espuma).