El vuelo 2283 de la aerolínea Voepass debía unir este sábado al mediodía las ciudades de Cascavel y San Pablo. Sin embargo, sus 57 pasajeros y 4 tripulantes tuvieron un trágico final: el piloto perdió el control de la aeronave pocos kilómetros antes del destino y se precipitó en caída libre en la periferia paulista. Los investigadores siguen indagando las causas del siniestro. Lo que se sabe hasta el momento es que el artefacto era un baluarte del bajo costo de casi 15 años de antigüedad, tuvo intensa actividad de la última semana y, según las autoridades, se encontraba en «condiciones normales».
El avión era un modelo 72-500 de la marca francoitaliana ATR, siglas de Avions de Transport Régional. Como indica su nombre, la empresa -fundada en 1982- se especializa en aeronaves medianas dedicadas a vuelos regionales.
El trayecto Cascavel-San Pablo era el cuarto viaje que hacía este viernes el avión registrado como PS-VPB. Cinco minutos después de la medianoche del jueves había unido en 47 minutos San Pablo con Ribeirao Preto. A las 5.32 partió a San Pablo, adonde aterrizó a las 6.45. A las 9.06, con una demora de 46 minutos, volvó a Cascavel. Allí llegó a las 11.17. Y 23 minutos más tarde inició su vuelo fatal.
Ese era el ritmo que traía. Desde el 3 de agosto hizo 44 vuelos, el más extenso de todos le insumió 2.06 horas (el jueves, entre San Pablo y Rio Verde). Este viernes debía despegar de Cascavel a las 11.40, pero recién lo concretó a las 11.58. Fue el primero de los siete vuelos comerciales que salieron de esa terminal en todo el día. Su hora estimada de arribo eran las 13.50. Pero nunca llegó a aterrizar. A las 11.58 cayó en remolinos, como una hoja movida a capricho por el viento, y se estrelló en una zona residencial en Vinhedo, 80 kilómetros al noroeste de San Pablo.
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El trayecto se reconstruyó con la app Flight Radar, que lo muestra perder altura de manera súbita cerca de su destino.
Sobre el parque contiguo a una casa quedaron los trozos del ejemplar ATR 72-500 construido en 2010. Estaba operado por la aerolínea Voepass, que entre 1995 y 2019 estuvo denominada “Passaredo Linhas Aéreas” y que puso en pausa sus operaciones entre 2002 y 2004. El modelo 72-500 es el predominante en su flota.
La principal hipótesis de la tragedia de un avión de bajo costo
El ATR 72-500 es un bimotor que comenzó a producirse en 1998. Tiene 27,166 metros de largo y 27,050 metros de ancho, lo que -según los fabricantes- lo hace ideal para pistas angostas. Cuenta con espacio para 68 pasajeros, además de la tripulación. En el interior se distribuyen dos filas de asientos dobles, separadas por el pasillo interno. Cuenta con puertas de emergencia en los extremos, a ambos lados. En la parte trasera está el baño.
En una presentación de la empresa, destacaban que las compañías aéreas lo elegían para volar en “diversos climas”. En su versión de fábrica, la velocidad crucero se ubica en 276 nudos, unos 511 kilómetros por hora, aunque el 72-500 que se estrelló en las afueras de San Pablo alcanzó los 605 kilómetros por hora, según el reporte de Flight Radar.
Pero el beneficio más promocionado desde su lanzamiento fue su operatividad fiable a bajo costo. “Clientes de todo el mundo” reconocen “unánimemente” al modelo por ser el de “costo asiento-milla más bajo en su categoría”, resaltaban en aquella presentación dedicada al 72-500. Los bajos costos se refieren al mantenimiento del fuselaje y el motor, menos requerimientos de combustible que la competencia y la posibilidad de operar en aeropuertos pequeños, con menores tasas.
El avión también contaba con dispositivos para impedir la formación de hielo en el fuselaje. Así lo aseguraron las autoridades aeronáuticas de Brasil este viernes, justo después de que los especialistas sostuvieran que la del hielo es una de las hipótesis fuertes del siniestro.
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Los vecinos grabaron el lugar del siniestro, con las llamas consumiendo los trozos de la aeronave.
En esa dirección apuntó el testimonio de otro piloto que este viernes utilizó la misma ruta que la aeronave de la tragedia. «Oh, formación de hielo severa. Guarde la información y transmítala a sus colegas», expuso el piloto en declaraciones que recogió O Globo. Incluso compartió una foto de una ventanilla con escarcha.
Sin embargo, la empresa Voepass dijo que al momento del despegue todos los sistemas estaban en funcionamiento. Además, desde el organismo de control aeronáutico de Brasil salieron a aclarar que es prematuro aventurar qué sucedió con el artefacto.
“No hubo comunicación (del piloto del avión) con los órganos de control de que habría alguna emergencia”, afirmó el director del Centro de Investigación y Prevención de Accidentes Aéreos (Cenipa) de la Fuerza Aérea Brasileña, brigadier general Marcelo Moreno.
Sobre la hipótesis más fuerte en las horas iniciales, respondió: «En caso de que haya esa formación de hielo, la aeronave tiene dispositivos para eliminarlo y está certificada en diferentes países para volar en condiciones meteorológicas severas. En este momento no podemos afirmar si eso fue decisivo o no para lo ocurrido».
Por su parte, el director de la Agencia Nacional de Aviación Civil (Anac), Luiz Ricardo de Souza aseveró: “El avión estaba totalmente regular y en condiciones normales de aeronavegabilidad. Cumplía todo lo previsto por la legislación”.
Por lo pronto, las autoridades aeronáuticas ya recuperaron las cajas negras del avión, que incluyen las voces de la cabina y datos del comportamiento del vuelo.