Hay momentos en los que la vida da un volantazo. Cuando la escritora y editora Norma Huidobro piensa en su camino de lectora, esos giros siempre están relacionados con libros o con autores. Eso cuenta convocada por Clarín Cultura para revisar sus lecturas de infancia y compartir la pasión que le generó a cada paso.
Huidobro estudió la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires y fue profesora y tallerista durante años. Mientras tanto, escribía tanto para lectores jóvenes como para adultos. Aunque hay que decir que sus libros que aparecen en los estantes que las librerías destinan a la literatura infantil y juvenil son muy adecuados para adultos y que sus libros para adultos pueden capturar la atención de lectores adolescentes.
«En casa teníamos muchos libros, me gustaban los cuentos tradicionales, con ilustraciones, que nos leía mi madre y que, cuando aprendí a leer, ya no leía tanto porque casi los sabía de memoria», recuerda ahora.
Años después, cuando ya era una lectora independiente y sumaba unos siete u ocho años, una de sus abuelas le regaló un libro de fábulas y poesías: «Sin ilustraciones, solo con unas viñetas. Yo lo leía en forma desordenada, abriendo el libro al azar, y cada vez que me encontraba con el «Romance de la niña negra», lloraba a moco tendido, pero sin poder pasar de página hasta que lo leía completo, eso sí que era sufrir», comparte.
De Pelopincho y Cachirula al policial
Otras lecturas eran menos dramáticas. «Más divertidas eran las historietas, como Pelopincho y Cachirula, que leía en el Billiken, un niño y una niña que vivían solos como si fueran adultos, cada uno en su propia casa y haciendo lo que querían, sin el mandato de los mayores», recuerda.
Además de su actividad como escritora, Norma Huidobro se dedica a la edición de libros infantiles y juveniles. Es autora de ¿Quién conoce a Greta Garbo?; El misterio del mayordomo, que ha recibido el “Prize Livrentete”, otorgado por la Unión de Bibliotecas de Francia, en 2015; La casa de la viuda, Te espero en la plaza, El pan de la serpiente, La mujer del sombrero azul; Cleopatra lo sabía, que integra la lista White Ravens 2016; la colección de Los casos de Anita Demare, entre otros.
Varios de sus libros de literatura infantil y juvenil han sido traducidos al francés. Ha recibido el premio “¡Leer es Vivir!”, del Grupo Everest, España, por Los cuentos del abuelo Florián (o 4 fábulas al revés). El “Barco de Vapor” por su novela Octubre, un crimen. Y ganó el Premio Clarín Novela por El lugar perdido, traducida al francés, italiano y alemán.
Cuando tenía 13 años apareció la primera sacudida: «Conocí el género policial y me deslumbré –cuenta a Clarín Cultura–. Un tío mío había hecho una limpieza en su biblioteca apartando los libros que ya no leía; yo fui eligiendo los que pensaba llevarme, guiándome solamente por los títulos: El misterio de la cruz egipcia fue el primero; otros: ¿Es usted el asesino?, El fantasma de la Ópera, El misterio del cuarto amarillo, y así seguí hasta juntar no sé cuántos libros, pero sí los suficientes como para pasarme leyendo todo un verano o casi, hasta que empezaron las clases y yo ingresé en la escuela secundaria».
Tras esa transformación, hubo otra: «El descubrimiento de Cortázar a los 16 años y mi deslumbramiento total con sus cuentos: Bestiario, Final del juego, Todos los fuegos el fuego. Lo que me pasó fue muy simple, a partir de la lectura de esos cuentos me surgió un deseo único e inconfesable: yo quería escribir así, como Cortázar».
Norma Huidobro dice que lo intentó: «Y bueno, ¿quién no? Por supuesto que lo intenté y por supuesto que no lo logré, pero qué importa, seguí escribiendo. A los 17, leí Rayuela, y ahí, sí, fue un antes y un después«.
Una novela y una saga
Es muy difícil elegir un par de libros entre la obra de Huidobro porque todos son fascinantes, pero Clarín Cultura completa las recomendaciones para comenzar la segunda semana de las vacaciones de invierno con una novela y una saga de esta escritora. Aparecen en los estantes de literatura infantil y juvenil de las librerías, pero no hay que dejarse engañar: son para cualquier persona que disfrute de una buena aventura.
Primero y por supuesto, Octubre, un crimen (SM), novela ganadora del premio El Barco de Vapor 2004. La historia comienza con un hallazgo misterioso: Inés encuentra, en el ruedo de un vestido, una carta de 1958. En ella, una adolescente pide ayuda a una amiga para evitar el asesinato de su padre y tal vez su propia muerte.
Intrigada, la chica se embarca en una búsqueda detectivesca que la llevará al barrio de San Telmo, a una casa antigua y a dos asesinatos sin resolver. ¿Será posible encontrar a los responsables después de más de cuarenta años? La novela no da respiro.
Y luego, la serie de novelas protagonizadas por Anita Demare, una nena de 13 años y su amigo Matías, que viven en Barracas y que se enfrentan en cada libro con un misterio a resolver.
Mientas los casos de estos minidetectives se suceden, la vida de Anita se va mostrando con sus claroscuros: ella vive con su abuela, mientras su mamá intenta llevar una vida independiente a sus veintipocos. La pregunta sobre ese papá ausente atraviesa todos los libros y siempre hay una pista que va completando el mayor misterio, que no es sobre joyas que desaparecen, artistas en problemas o ladrones de paraguas, sino sobre la identidad de la nena más intrépida de la zona sur de la ciudad.